Estar en una relación de pareja puede ser un reto… Y estar en una relación de pareja sana y adulta, mucho más todavía.
La pareja es el vínculo que quizás más moviliza a nivel emocional y afectivo, ya que mueve tanto la afectividad del presente como la del pasado, pues tiene que ver con:
-Cómo aprendí a querer y a ser querida en mi familia.
-Qué aprendí acerca de qué es el amor y cómo lo expreso.
-Cómo aprendí a quererme y valorar quién soy.
-Cómo aprendí a valorar y respetar quienes son los otros.
-Qué heridas afectivas hubo a lo largo de mi historia y cómo las he resuelto.
Todas estos son aprendizajes importantes que con mayor o menos consciencia llevamos a las relaciones de pareja. En función de cómo se gestione todo ello me comportaré de una forma u otra en la relación, qué podrá ser más sana y adulta si se ha resuelto de una forma adecuada o más infantil si no es así.
Por ello es importante poder mirar hacia dentro de forma sincera e ir contestando a estas preguntas para valorar cómo de resueltos tengo los conflictos afectivos de mi historia personal cuando empiezo una relación de pareja: cómo me relaciono afectivamente conmigo mismo y cómo me relaciono afectivamente con el otro.
¿Qué características son propias de una relación sana y adulta?
- Compartir afecto y cuidados: que haya una afectividad adecuada ajustada a las necesidades de los dos miembros de la pareja y que sea mutua y equilibrada en el dar y recibir.
- La responsabilidad: es importante que cada uno se haga responsable de sí mismo y no ponga sobre el otro la expectativa de que se haga cargo de su vida. La pareja puede ser un acompañamiento mutuo en la vida de ambos, sabiendo que a cada uno le toca hacerse responsable de sí mismo.
Por otra parte, conviene hacer un reparto equitativo de las responsabilidades que atañen a ambos en la vida en común como pareja.
- La valoración de uno mismo y del otro: es necesario poderse valorar uno mismo de una forma adecuada para no depender de que sea el otro quien aporte la mirada de valor. Por supuesto que es importante sentirse valorado por la pareja, pero es necesario construir una valoración propia adecuada. Y desde ahí se podrá también valorar al otro por quién es, respetando lo común y lo diferente entre uno y otro.
- El encuentro: encontrarse supone poder ver al otro tal y como es, como alguien diferente, sin proyectarse en él. Poderlo ver con su propia mirada y entender sus necesidades como diferentes a las mías y acompañarse también en esas diferencias.
- La flexibilidad en los roles: jugar un poco con ser flexibles en los roles dentro de la pareja ayuda a que no se instale la rigidez a la hora de funcionar. Por ejemplo: que a veces uno sea el fuerte y otras veces el débil; o unas veces decide uno y otras veces decide otro. A mayor flexibilidad, habrá mayor capacidad de adaptación a diferentes situaciones.
- El poder: también es necesario que el poder en la pareja esté repartido, para prevenir que un miembro domine y el otro se someta sin libertad. Si el poder está repartido habrá mayor libertad para ambos para elegir y tomar decisiones.
- La comunicación: una buena comunicación es fundamental para entenderse. Es importante poder expresar lo que uno siente y necesita en la relación, y poderlo pedir de forma clara, sin esperar que sea el otro quien adivine lo que se necesita. De la misma manera, si hay algo que no te gusta de la relación es importante también poderlo decir y pedir que cambie, tratando de llegar a acuerdos.
Tan importante es expresar lo que me pasa a mí como escuchar lo que le pasa al otro. La comunicación es de ida y vuelta y requiere expresarse y también escuchar.
- La intimidad: conviene que haya una sexualidad ajustada a las necesidades de los miembros de la pareja, pudiendo llegar a acuerdos y negociar sobre el manejo de la misma en caso de que las necesidades fueran diferentes para cada uno. Es importante también poderse comunicar con honestidad y claridad en este aspecto, expresando lo que se quiere y lo que no se quiere.
- Espacios en común y espacios individuales: En la relación de pareja se comparte una vida y un proyecto en común y es importante nutrir los espacios comunes y además también los espacios individuales de cada uno: actividades de ocio, otras relaciones sociales, la familia, el trabajo, etc.
- Es importante tener presente que si bien la pareja será uno de los vínculos más significativos en la vida, no es el único y no puede cubrir todas las necesidades que tengas. Ninguna persona puede cubrir todas nuestras necesidades. Algunas las tiene que cubrir uno mismo y otras las cubrirán otras personas.
Esto nos lleva al punto de entender en que tampoco uno mismo es el único para la vida del otro. Entender y aceptar que la pareja también tiene otras relaciones y que le cubren otras necesidades se acerca más al sentir adulto.
Necesitar ser el único y el mejor es una postura más infantil que sería necesario revisar para evitar conflictos y daños innecesarios.
Y en cambio, ¿cuáles serían algunas características propias de una relación más infantil?
- La responsabilidad: esperar que sea mi pareja quien se haga cargo de mí, de mis necesidades, conflictos, o de las decisiones que debo tomar. Esta postura es propia de la infancia en relación a los padres y si se instala en la relación de pareja es importante poderlo trabajar para crecer.
- La valoración: si uno no ha construido una sana valoración, es posible que espere que sea la pareja quien tenga que reforzar ese sentimiento de valía. Y desde ahí se queda en un lugar de vulnerabilidad porque si esa mirada de valor no llega, o algún día se va, el sentimiento de valía se queda sin soporte dejando a la persona en un desamparo afectivo que crea sufrimiento.
- La proyección: sería lo contrario al “encuentro” mencionado antes. Es decir, significa no ver al otro como es, sino como alguien en quien proyectar lo que yo soy. Así no se diferencia entre “el yo- el otro” y es más difícil que haya un entendimiento de sus necesidades y posturas. Y por tanto será más difícil compartir un amor sano.
- La rigidez en los roles: si los roles son muy rígidos se pierde espontaneidad en la relación y también capacidad de adaptación.
- El desequilibrio de poder y asimetría: en la medida en que uno de los miembros tenga más poder en la relación que el otro, la persona con menor poder pierde libertad y capacidad para elegir dentro de la relación. Esto favorece que se creen dinámicas de dependencia que pueden provocar dolor y sufrimiento.
- Las dificultades en la comunicación: la comunicación es fundamental para el encuentro y si hay problemas en este aspecto habrá conflictos habituales en la relación y dificultad para ponerse en el lugar del otro.
Algunos ingredientes para una comunicación disfuncional son: la confusión, la incoherencia, la agresividad, la ambivalencia, los reproches, no saber pedir, dar por hecho cosas, no preguntar, no escuchar, la represión de pensamientos y sentimientos, el miedo.
En algunas ocasiones, de forma inconsciente, se espera o necesita que la relación de pareja resuelva y cubra las heridas afectivas del pasado: que la pareja haga del padre/madre que se hubiera necesitado tener y aporte el afecto o cuidado que se necesitó y que quizás se sigue necesitando.
Esto sería otra postura infantil de cara a la relación, que deja a esas necesidades en un lugar vulnerable, ya que no corresponde que sea el otro quien se ocupe de ellas.
En este caso, la alternativa adulta será siempre que el adulto que eres hoy, pueda ocuparse del niño que fuiste ayer y darle lo que necesita.Y una vez hecho eso, poder estar en la relación de pareja desde tus necesidades adultas.
Las necesidades adultas sí se pueden poner y compartir en la relación desde un lugar sano. Al fin y al cabo somos seres sociales y además interdependientes los unos de los otros. Necesitamos de los demás para cubrir nuestras necesidades y no podemos hacerlo todo solos.
Pero de las necesidades infantiles, es necesario que te ocupes tú. De alguna manera, se trata de poder convertirte en “el papá o la mamá “de ti mismo, cuidando de esa parte pequeña de ti que necesita cariño y protección. Y tú hoy seguro que se lo puedes dar.
A veces para recorrer este camino es necesario tener apoyo terapéutico que aporte contención emocional y guía al proceso. Aprender a depender de otro de una forma adecuada también ayuda a crecer y a convertirse en un adulto maduro.